sábado, 16 de junio de 2007

Peñíscola vs Eurovisión

Ahora ya acabo. De verdad. Este es el último post sobre Peñíscola, pero es que la gala de clausura del festival se merece que hablen de ella. Podría hablar de los canapés, de Fernando Esteso, del mini vestido de Silke, del trenet que nos llevó del hotel al palacio donde se celebraba la gala, de Esperanza Roy que subió a entregar un premio acompañada de su perrito Lolo... (no miento, ahí está la foto para demostrarlo, foto sacada de la web del festival). Pero seré selecta y aquí está mi momento estelar:

Entregan el premio al mejor guión a Albert Espinosa por "va a ser que nadie es perfecto". Él no está y Javier Aguirre sube a recoger el premio. Él está un poco despistado, da por hecho que la película es "Cuarta planta", también escrita por Espinosa pero, por si acaso, pregunta a los presentadores: ¿esta película es de Mercero, no? Los presentadores sonríen y le contestan "manzanas traigo", así que Javier Aguirre recoge el premio y dice: "Antonio Mercero es un gran director de comedia, me alegra mucho que siga trabajando, es un gran hombre, etc.". Entre el público empieza a oírse un rumor; ¿el director no es Oristrell? Javier Aguirre acaba su discurso, baja del escenario y alguna voz del público dice: ¡Oristrell! ¡el director es Oristrell! Así que Javi (voy a llamarle así a partir de ahora, se lo ha ganado) sube de nuevo y dice: "Oristrell también es un gran director de comedia". Añade que le conoció en el rodaje de una película del grupo Parchís, donde Oristrell era profesor particular de aritmética de los niños y que poco después supo que se había dedicado al guión, escribiendo algunas piezas para Raúl Sender. Javi bajó, ahora sí definitivamente, del escenario.

Un rato después subió Inés París a recoger su premio por "Miguel y William" y en su discurso dijo que le gustaría recordar la figura del guionista, muchas veces olvidada y que el premio que antes se había dado era al mejor guión, y por tanto no era para Mercero, ni para Oristrell, sino para el guionista: Albert Espinosa. Muy bien dicho, Inés.

El festival de Peñíscola me recuerda a otro, también famoso, antiguo y que no sabe si seguir viviendo del pasado o mirar hacia el futuro: Eurovisión. Eurovisión no quiere perder a su público de siempre, el amante de la música ligera, pero si quiere tener audiencia y éxito a largo plazo no puede seguir llevando a solistas guapetones que cantan baladas cuyos estribillos son en inglés, porque está más visto que el tebeo. Sustitúyase "música ligera" por "comedia casposa" y solistas guapetones por viejas glorias y el resultado es el festival de Peñíscola. ¿Qué hacer para unir ambos mundos? ¿Hay un futuro a largo plazo para Peñíscola? Al menos tienen una ventaja respecto a Eurovisión, y es que no concursan los países bálticos que siempre acaban votándose los unos a los otros.
Una penúltima cosa que ahora ya no tiene nada que ver con el festival de Peñíscola, ni tampoco con Eurovisión. Nuestra amiga y además rrpp porque nos ha linkeado unas ciento catorce veces (vez arriba, vez abajo) en su blog, Ángela Armero, ha ganado el premio de proyectos de cortometraje de Medina del Campo. El año que viene estrenará su corto, ¡mucha suerte!
Y una última cosita ese mismo fin de semana, mientras estábamos en Peñíscola, el festival Cinemálaga nos premió con dos premios, dos: segundo premio del jurado y, (éste nos hace especial ilusión), mención al mejor guión. ¡Yuju!

lunes, 11 de junio de 2007

Segundas partes, que a veces sí son buenas

Mucho hablar del festival de Peñíscola pero no puedo olvidar que, una semana antes, nos dieron el premio del público en el festival de Manlleu. Como somos unas vagas y casi nos coincidía con Peñíscola, de donde ya nos habían enviado los billetes, no fuimos. Pero la amiga que sí fue a recogerlo nos ha contado que la trataron de maravilla.

Volvamos a Peñíscola, que tiene muuuuuuucha miga.
Peñíscola tiene miga, y también garrofetes, unas pastas tamaño rueda que, si se repartieran por el tercer mundo acabarían fulminantemente con el hambre.
Llega el día de la proyección del corto. Vamos al centro de estudios donde iba a tener lugar y preguntamos a una azafata de la organización por la sala de proyección. Ella nos la señala y dice que cree que todavía no ha empezado, porque se ha acercado y ha oído ruidos dentro. Entramos y comprobamos que los ruidos son el sonido del primer corto. Comprobamos también que somos unas 20 personas, doce abuelos y unos cuantos jóvenes que, según van pasando los cortos, van abandonando la sala. Sin presentación, sin coloquio ni nada parecido.
Llega el quinto corto, que resulta que ni tan siguiera es una comedia. Qué raro, se les habrá colado. Acaba el corto. Encienden las luces. La gente se va. ¿Y "bichos raros"? Preguntamos a la proyeccionista que nos asegura que sí lo ha puesto y para probarlo nos enseña una fotocopia con la lista de los cortos que ella debía proyectar y donde, en último lugar, está "bichos raros". Le explicamos que acabamos de ver la peli en cuestión, y que no era "bichos raros". Ella asegura que montó los cortometrajes y que todos ellos estaban identificados. Vamos a la oficina de la organización.
Allí, después de telefonear a la proyeccionista, que dijo lo mismo que nos dijo a nosotras, telefonearon a Ficción, la productora del corto y ellos, a su vez, telefonearon al festival anterior, donde parece ser que sucedió la equivocación. Nos aseguran que enviarán el corto para la proyección del jueves, aunque para entonces ya no estaremos allí.
Esa noche intento ir a ver "El sentido de la vida", pero me dicen que es en Peñismar, casi al final del paseo Marítimo, ya cerca de Benicarló, que hay autobuses para ir, pero no para volver, así que paso de todo. Y cruzamos dedos para que el corto llegue a tiempo y lo puedan ver y votar.
Como traca final a este viaje tan accidentado, en el tren, de vuelta a Madrid, me levanto para salir cuando laale, muerta de risa, me dice que me vuelva a sentar y que me anude el jersey alrededor de la falda, porque se me ha roto y voy enseñando el culo por todo el vagón. Qué final tan apropiado.
Pero es un falso final. La noche del viernes llaman de la organización del festival y nos invitan a ir a la gala de clausura, ¡eso significa que hemos ganado!
Si ha sido así el festival, imaginaos la gala. Aunque habrá que esperar: TO BE CONTINUED.
PD: No me seáis tímidos y compartid vuestras experiencias en Peñíscola, en el fascinante mundo de los festivales de cortometrajes.

viernes, 8 de junio de 2007

La caña de la montaña

Restaurante “Barra Alta”. Plaza del Caudillo. Esperamos a que nos saquen unos bocadillos para llevarlos en el tren de regreso. Oigo a una conductora de la organización del festival hablar con un amigo que le pregunta por los famosos a los que ha llevado en su coche. Ella comenta que Juanito Navarro es “muy majo” y Ramoncín “la caña de la montaña”.
Esto sólo puede suceder en un lugar: Peñíscola.

El pueblo es así de bonito.

La escapada de tres días a Peñíscola para ver la proyección de “Bichos raros” en el festival de cine de comedia de la ciudad empezó prometiendo: nubes en el cielo, gotas de lluvia, ¿y si nos vamos a ver “Atraco a las tres” que la ponen esta noche? Venga, vale. Llegamos a la plaza donde según el programa de mano se proyectaba la película y ahí no hay ni sillas, ni pantalla, ni público. Tan sólo una señora preguntando a un lugareño si ésa era la plaza de Santa María. “Sí”, ¿y la película? El lugareño se encogió de hombros.
Yo creo que a los peñiscolanos el cine les importa un pito. Ojo, el cine, que no el festival. Porque el festival les provee de picoteos y piscolabis. Nos presentamos en la carpa informativa del festival, pensando que podríamos pillar algún langostino, pero era imposible. Una masa de señoras mayores de 70 años rodeaban a los camareros y se adueñaban de todas las bandejas que iban sacando.
Pero lo mejor aún estaba por llegar. Y ahí me quedo porque como decía cierto profesor de la Ecam "hay que acabar en alto". Y como dice el refranero popular "lo bueno, si breve, dos veces bueno". Y como dicen en las series "to be continued".

Hablando de la Ecam, diré a mis amigüitos de guión que todo sigue igual: el Papa Luna, la carpa, la playa, el karaoke, el bar Claqueta… ¿todo? No, todo no. Sólo una cosa ha cambiado. La discoteca Trilogy no está, en su lugar han edificado chalets unifamiliares y un palacio de congresos. Y no pudimos disfrutar del siempre recordado y nunca suficientemente ponderado maravilloso buffet del Papa Luna. Lo reservarán para los largometrajistas, porque a los cortometrajistas nos mandaron a uno más modesto, es decir, sin buffet.
Lo dicho: TO BE CONTINUED.