jueves, 6 de diciembre de 2007

Corrupción en Miami

¿Os acordáis de Corrupción en Miami? Don Johnson y un actor negro del que nunca más se supo la protagonizaban; era la típica serie policíaca repleta de acción, persecuciones y glamour. El único componente original de la serie era la ciudad de Miami. Porque sólo en Miami Don Johnson podía vivir en un velero con la compañía de un caimán. Y porque gracias a estar ambientada en Miami la serie tenía una única mezcla entre latino y anglosajón, sol, playa y asesinato que la convertían en un producto de éxito.

Pero en cuanto a la otra palabra del título: "corrupción", en la serie había más bien poca. Los malos eran malos y los buenos detenían a los malos. Y punto.

Aquello eran los 80. Hoy nadie piensa que Don Johnson en sus eternos trajes de lino blanco sea glamouroso. El tiempo pasa, y en televisión más aún. Lo único que no ha envejecido de Corrupción en Miami es su sintonía de Jan Hammer. Es oírla y teletransportarte al 88.



Estoy enganchada a dos series, también ambientadas en Miami, pero cuyo tema no es tanto la ciudad en sí, como la corrupción. Hablo de Nip/Tuck y Dexter.

Miami, esa Marbella desaforada, está llena de nuevos ricos, de estrellas de vacaciones y de gente deseosa de ver y ser vista. Es el paraíso de la cirugía estética y los doctores Troy y Macnamara son los mejores de la ciudad. Nip/Tuck habla de la búsqueda de la perfección, pero siempre la perfección ortopédica que se consigue con colágeno, hilo de oro, cortando de aquí y poniendo allá. Por Nip/Tuck desfilan modelos bellísimas que no quieren ser sólo un 8, sino un 10; millonarios adictos al bisturí; bellezas mayores de 60 que no soportan haber dejado de excitar a los hombres y un largo etcétera de obsesos por la eterna juventud.

Al igual que Corrupción en Miami Nip/Tuck la protagonizan por dos hombres, amigos y socios. Pero su relación es infinitamente más compleja que la de Tubbs y Crockett. Troy y Macnamara se admiran, se complementan, saben que son el equipo perfecto, pero también se envidian. Christian Troy es un soltero de oro, avasallador, vividor cuasiexistencialista, que admite ser feliz sólo en el instante del orgasmo. Sean Macnamara un padre de una familia aparentemente perfecta, responsable, inseguro y paralizado por sus miedos. Christian envidia la familia y la estabilidad de Sean. Sean admira la libertad y la seguridad de Christian. Pero, sobre todo, se quieren. No recuerdo una relación de amistad entre hombres en ninguna serie de televisión tan compleja, tan realista y a la vez tan divertida. Nip/Tuck se atreve con todo, y a veces también se pasa, roza el absurdo, cae en el morbo gratuito, hay capítulos irregulares pero, hacedme caso, merece la pena.

Dexter también es un tipo corrupto. Policía, atlético y anglosajón como Sony Crockett... pero psicópata. La intro de la serie promete convertirse en un clásico al igual que la de Corrupción en Miami. Miradla, nunca prepararse un desayuno había resultado tan perturbador:


Cuando Dexter es niño su padre nota su irrefrenable gusto por el asesinato, y visto que la tendencia no se va, como el acné, pasada la adolescencia, decide darle unas instrucciones para que no acabe en la silla eléctrica. El código en el que le educan permite a Dexter llevar una perfecta doble vida, parece un tipo afable y encantador, pero asesina, descuartiza y (gracias a un velero muy similar al que tenía Sony Crockett) esconde los cadáveres.

Hay que ver Dexter aunque sólo sea por la interpretación de su protagonista, Michael C. Hall. Su forma de moverse, de contenerse y de disimular son sutiles y perfectas. Su rostro es capaz de expresar la continua contradicción en la que vive su personaje. Debería estudiarse su trabajo en cualquier escuela de interpretación. Pero es que, además, Dexter está increíblemente bien rodada, muestra un Miami de postal, siempre soleado y listo para ser fotografiado y en ese aparente paraíso es donde Dexter mata.

Al igual que Nip/Tuck, Dexter tiene baches. Su personaje principal es tan poderoso que los demás palidecen en comparación, hay subtramas previsibles y capítulos irregulares pero, insisto, merece la pena.

Por si acaso todavía no estáis convencidos, aquí van tres motivos para ver las series:


Os presento al doctor Macnamara (Dylan Walsh), el doctor Troy (Julian Mc Mahon) y a Dexter Morgan (Michael C. Hall). Tres grandes actores y, a la vista está, tres pedazo de hombres. ¿Cuál os gusta más? Yo soy incapaz de decidirme.

3 comentarios:

Galahan dijo...

Por un momento creí que ibas a hablar de CSI Miami...

Pues sí, la de Miami Vice (que ya ves de dónde sale lo de corrupción... se lo inventaron!) fue un gran referente, sin duda. Y la musiquita, aunque sólo fuera para que pudieran abrir con ella sus conciertos Siniestro Total, pues estaba genial.

Eso sí, las otras dos series no las he visto aún.

Aunque tus argumentos las hacen apetecibles, el último no acaba de convencerme.

¿Para cuando Xena, La Princesa Guerrera y Los Cazatesoros?

Vaaaaale, sí... vaaaale... en fin. Eso. :P

laesti dijo...

CSI Miami es una caca. Y Horatio da grima.
Xena, princesa guerrera, puede tener su punto como serie kitsch y para todos los públicos pero... ¿¿¿cazatesoros??? Por muy buena que esté la protagonista no cuela.
A ver si también vas a ser fan de Embrujadas

Bienvenida dijo...

A mi me gusta más dexter, (Michael C. Hall), pero la verdad es que por su físico y por asociación con ADBT, me sigue pareciendo un poco gayer. Muy interesante el análisis sobre la corrupción y las series en Miami, oyes. Yo estoy muy interesada en "The Wire" y en la poderosa anatomía de alguno de sus protas, creo que eso también merece un post...