Esto sólo puede suceder en un lugar: Peñíscola.
El pueblo es así de bonito.
La escapada de tres días a Peñíscola para ver la proyección de “Bichos raros” en el festival de cine de comedia de la ciudad empezó prometiendo: nubes en el cielo, gotas de lluvia, ¿y si nos vamos a ver “Atraco a las tres” que la ponen esta noche? Venga, vale. Llegamos a la plaza donde según el programa de mano se proyectaba la película y ahí no hay ni sillas, ni pantalla, ni público. Tan sólo una señora preguntando a un lugareño si ésa era la plaza de Santa María. “Sí”, ¿y la película? El lugareño se encogió de hombros.
Yo creo que a los peñiscolanos el cine les importa un pito. Ojo, el cine, que no el festival. Porque el festival les provee de picoteos y piscolabis. Nos presentamos en la carpa informativa del festival, pensando que podríamos pillar algún langostino, pero era imposible. Una masa de señoras mayores de 70 años rodeaban a los camareros y se adueñaban de todas las bandejas que iban sacando.
Pero lo mejor aún estaba por llegar. Y ahí me quedo porque como decía cierto profesor de la Ecam "hay que acabar en alto". Y como dice el refranero popular "lo bueno, si breve, dos veces bueno". Y como dicen en las series "to be continued".
4 comentarios:
¡¡ENHORABUENA!!
¡¡FELICIDADES!!
:D
Ya había oído cosas yo del festival, aunque nunca pude ir (pese a ser en la terreta).
Y sobre la población autóctona también, jeje!
Una amiga mia (Amaia) estuvo currando allí varios años y las hazañas que relata son dignas de su propio blog!
Pero bueno, no lo va a hacer :P
Enhorabuena por el premio!
;)
Gracias a todos. Pablo, ¿eres Pablo Fernández? ¿Estás con nos, en esta dimensión?
Galahan, no tienes perdón, te pierdes un festival de lo más entrañable, aunque en Valencia los hay a montones.
Publicar un comentario